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"Nuestro gran reto es curar pacientes con cardiopatías y asegurarles una buena calidad de vida en la edad adulta"

Entrevista a Joan Sánchez de Toledo, jefe del Servicio de Cardiología Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu

El Área del Corazón del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona es un referente nacional e internacional en el tratamiento de patologías cardíacas. Atiende en consultas a 10.000 pacientes cada año y realiza una media de 250 cirugías anuales -160 de ellas extracorpóreas- lo que la convierte en la unidad que más corazones de niños opera de toda España. Pero además se preocupa por ir más allá del acto quirúrgico y lleva a cabo líneas de investigación específicas, como las dos que se han impulsado en 2018 dirigidas por Joan Sánchez de Toledo con objetivos muy diversos.

¿Las patologías cardíacas del niño son distintas a las del adulto?

Sí, totalmente. En el niño están basadas en las malformaciones congénitas y en las cardiopatías adquiridas y, en el adulto, estamos hablando de patologías que tienen mucha relación con el envejecimiento, por tanto, todo su tratamiento se centra en hacer prevención y en tratar las consecuencias de la evolución del envejecimiento, pero esto no tiene nada que ver con lo que les pasa a niños y niñas.

¿Qué puede provocar que un niño tenga un corazón sano y de pronto adquiera un problema cardíaco?

Pueden haber infecciones víricas, procesos inmunológicos o efectos secundarios de tratamientos tan agresivos como la quimioterapia, que les hacen adquirir cardiopatías que les afectarán de por vida.

¿Cuál es el objetivo a alcanzar con estos pacientes en un futuro cercano?

En este momento la mortalidad infantil con pacientes que padecen una cardiopatía congénita puede llegar a ser menor al 1% en centros altamente especializados como el nuestro. Somos muy buenos en lo que hacemos, pero el objetivo ahora es que estos niños no sólo lleguen a la edad adulta, sino que lleguen en buenas condiciones y tengan una buena calidad de vida. Todo el trabajo que estamos haciendo ahora desde el Hospital a nivel de investigación va en esta dirección.

¿Lo que se investiga en el adulto es aplicable en el niño?

Como la investigación en cardiología va muy relacionada con los avances tecnológicos en la imagen, sí que podemos aprovecharnos de ello, especialmente para mejorar el diagnóstico pediátrico. Pero es cierto que ese tipo de desarrollo está siempre pensado para las patologías del adulto y cuando necesitamos desarrollar tecnología específica para el niño nos quedamos totalmente fuera, porque el número de niños con problemas cardíacos es muy inferior si lo comparamos con la población adulta. Un ejemplo claro es que cuando hacemos cateterismos muchas veces utilizamos catéteres de adulto porque a la industria nunca le saldría rentable desarrollar catéteres más pequeños, por lo que no le interesa.

Y de ahí la importancia de las donaciones…

Efectivamente. La filantropía es vital también para el avance de la cardiología pediátrica y es vital no sólo en España, sucede también en Estados Unidos o en cualquier otro país desarrollado.

Y eso que el número de niños afectos del corazón es alto si se compara con otras patologías pediátricas…

La incidencia en España es entre un 0,8% y un 1% de los nacimientos. Se trata de unos 4.000 niños anuales con problemas cardíacos, 400 de ellos en Cataluña. Y de todos ellos, un 40% necesitará algún tipo de cirugía. Pero aun así, el número no es suficientemente alto para la gran industria.

En relación a la investigación sobre el impacto de la cardiopatía congénita en el neurodesarrollo ¿de qué hipótesis partimos?

Vemos que muchos de los pacientes a los que les hemos operado del corazón con éxito empiezan a presentar problemas derivados de muchísimas cosas: lesiones residuales derivadas de la cirugía, problemas renales,… Pero algunos de los más importantes son los problemas de daño cerebral, que pueden ser más o menos agudos o evidentes, pero que al final provocan déficits a lo largo de la vida. Estamos hablando de que un 30% de los pacientes operados presentan problemas en el neurodesarrollo que impactan directamente en su vida diaria: retraso conductual, por ejemplo, que les genera problemas en la escuela.

¿Y qué más sabemos?

Al analizar las resonancias de los pacientes que nacen con cardiopatías, vemos que casi un 30% ya presenta algún tipo de lesión en la sustancia blanca cerebral que se asemeja a la de los prematuros. Por tanto, pasa algo a nivel de flujo cerebral que afecta y altera de alguna manera el desarrollo del cerebro de forma normal. Y, lo que nos preocupa, es que sobre un paciente que ya es vulnerable de por sí, se le están realizando cirugías muy invasivas como puede ser la del corazón, con todo lo que ello conlleva.

¿Cuál sería entonces el objetivo de esta línea de investigación?

Intentar primero diagnosticar, incorporar técnicas nuevas de imagen y de monitorización que nos permitan analizar bien el funcionamiento cerebral durante las etapas críticas de estos pacientes: durante la vida fetal y cuando nacen. Y, muy especialmente, nos interesa analizar el comportamiento del cerebro durante el momento crítico de la cirugía y el postoperatorio.

En segundo lugar, queremos conocer cómo podemos actuar durante el proceso de la intervención para ver si podemos cambiar las tendencias. Se trata de evitar que el cerebro sufra mientras se opera el corazón.

¿Cómo lo estamos haciendo?

Realmente es muy difícil aplicar nuevos tratamientos sobre un paciente en la fase actual, que es muy inicial, por lo que hemos creado el primer modelo animal "pediátrico" de circulación extracorpórea y estamos simulando todo lo que pasa en quirófano en el estabulario. De esta manera podemos probar nueva tecnología, nuevos medicamentos, nuevas variaciones en la manera de intervenir que nos permitan modificar la conducta real en el paciente.

La otra línea en la que estás centrado es el desarrollo de modelos computacionales y de nuevas técnicas de imagen para el estudio del funcionalismo cardíaco. ¿En qué consiste?

Estamos analizando el funcionalismo del corazón y cómo toda aquella patología que no es puramente cardíaca impacta negativamente en él. Un ejemplo sería el paciente con cáncer, al que se le somete a quimioterapia y luego vemos que, con el paso del tiempo, el corazón sufre. Pero lo detectamos una vez la lesión ya ha sido instaurada, cuando ya es tarde. Lo que nos interesa es ser capaces de detectar todos estos cambios de forma muy precoz.

¿Cómo se consigue esta detección temprana?

Aplicando técnicas de imagen avanzada para adelantarnos a un fallo cardíaco. Y esto no aplica sólo a niños con cáncer, también a pacientes con bronquiolitis o sepsis que sufren mucho del corazón.

¿Cómo ha evolucionado la cardiología pediátrica a lo largo de los años?

Esta especialidad está siempre en constante evolución. Lo que hacemos es diagnosticar salud cardiovascular con pruebas de imagen. Hace unos años, teníamos ecógrafos muy sencillos y, en cambio, ahora contamos con ecógrafos muy potentes que, de forma no invasiva, nos permiten identificar lesiones y estudiar la función con más detalle. También disponemos en el Hospital de nuevos equipos de resonancia magnética que nos permiten hacer diagnósticos muy precisos. Actualmente, trabajamos con la Universidad Politécnica de Cataluña y con el equipo de Innovación del Hospital para realizar impresiones en 3D del corazón. Esto nos facilita enormemente el trabajo. En este momento, podemos presentar al cirujano un caso con un  modelo en volumen que antes tenía que valorar sobre una imagen plana. Otra de las grandes innovaciones que se han ido alcanzando a lo largo de los años es la de la telemedicina.

¿Nos podrías hablar algo más de la telemedicina y de sus posibilidades?

Poder compartir tu experiencia con un equipo de profesionales de la otra punta del mundo es muy valioso en muchos sentidos. Gracias a la telemedicina, desde Barcelona, puedo entrar en la UCI de un hospital de Brasil, valorar sus análisis y hacerles una recomendación terapéutica. La traslación del conocimiento desde un lugar fijo al otro extremo del mundo es el futuro.

En el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona la telemedicina nos permite asesorar profesionales de zonas remotas, les podemos aconsejar sobre qué hacer con la información que nosotros tenemos. La tecnología nos ofrece posibilidades infinitas, incluso nos permite predecir el futuro, es lo que se conoce como análisis predictivos. Recopilamos todos los datos que tenemos en las bases de datos, los introducimos en un programa, y este hace el análisis predictivo con el que el médico obtiene una información muy valiosa para tomar la mejor decisión.

¿En el ámbito de la prevención de las enfermedades cardiovasculares, qué podemos hacer?

Cada vez vemos más pequeños con problemas de obesidad y, aunque ahora son niños que no tienen ningún problema cardiovascular, sí lo tendrán con toda probabilidad dentro de 15 años. Estamos intentando saber con exactitud cuál será el impacto en la edad adulta de estos cambios que afectan a un niño en la edad pediátrica. Estamos haciendo estudios de función cardíaca avanzada en niños obesos para demostrar que sí tienen un problema y que se les agudizará a lo largo de los años.

Trabajamos conjuntamente y de manera transversal con otras especialidades, como la Neonatología. Otro grupo de pacientes relevantes son los oncológicos, ya que están sometidos durante un período largo de tiempo a medicaciones que tienen un impacto en la salud cardiovascular y, evidentemente, deben estar muy controlados por nuestro Área.

¿Hacia dónde crees que debería seguir avanzando la cardiología en Sant Joan de Déu?

Creo que estamos en el buen camino para poder llegar a tener pronto un “Heart Center”, al igual que sucede en otros centros internacionales, donde el paciente con patología cardíaca esté situado en el centro de todo el proceso y todos los profesionales de diversas especialidades, así como investigadores, estén centrados en él con un enfoque global.