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Guillem Pascual, la gran prueba de que tu ayuda tiene mucho valor

01 Marzo 2019

Gracias a las donaciones, el trabajo de este joven investigador en el Laboratorio de Onco-Hematología del Hospital Sant Joan de Déu puede llevarse a cabo

Con tan sólo 27 años, Guillem se ha convertido en el primer investigador en recibir el prestigioso premio Odile Schweisguth por una investigación realizada íntegramente en un centro español. Este premio es otorgado a investigadores en formación por la International Society of Peditaric Cancer (SIOP) y, en el caso de Guillem, se le ha concedido por un trabajo sobre el retinoblastoma que ha llevado a cabo en el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona bajo la dirección de su mentor, el Dr. Ángel Montero Carcaboso. Un gran reconocimiento que llega al inicio de la prometedora carrera de este joven que es muy consciente de que las donaciones que recibe el Laboratorio de Onco-Hematología de nuestro hospital son las que le han permitido desarrollar su trabajo.

Cuando charlas con Guillem parece que este gran reconocimiento internacional apenas tenga importancia. Humilde en su manera de hablar, reconoce que “la investigación es un gran trabajo en equipo ya que todo va en cadena”, y no cesa de hacer mención al Dr. Jaume Mora y a la Dra. Carmen de Torres como impulsores del Laboratorio de Onco-Hematología, así como a todos los investigadores que trabajan en él. “Porque un gran acierto o un gran error en tu investigación”, afirma, “no solo te sirve a ti, sino a todos los investigadores del presente y del futuro”.

Estudió biomedicina en la Universidad de Lleida y en el momento de plantearse la temática de su trabajo de final de grado le apeteció hacerlo en tumores pediátricos. Y así es como en 2013, con tal sólo 21 años, llegó a Sant Joan de Déu para centrarse en un estudio sobre el rabdomiosarcoma y la investigación traslacional, algo muy trasgresor para la época, “porque se trataba de hacer terapia personalizada, medicina adaptada al paciente, algo que hacemos ahora muy habitualmente, pero que entonces era muy raro”.

El final de grado le llevó a plantearse estudiar medicina y ya se había matriculado en la facultad cuando Ángel Montero le propuso incorporarse contratado en un estudio sobre el sarcoma de Ewing. Todo ello gracias a que el laboratorio estaba recibiendo cada vez más donaciones y permitía la incorporación de nuevo talento. “¡Y valoré mucho la confianza que depositaron en mí!”. Guillem combinó la investigación pre-clínica de este tumor junto al Máster de Medicina Traslacional realizado en el Hospital Clínic de Barcelona.

Pronto le llegó la oportunidad de participar en un nuevo estudio sobre el retinoblastoma, una investigación pensada por los doctores Guillermo Luís Chantada y Ángel Montero, con el propósito de llegar a poner en marcha un ensayo clínico sobre este tumor que afecta a 1 de cada 17.000 niños. Sobre este tema enfocó Guillem su tesis doctoral, mientras empezaba ya a generar con éxito modelos tumorales a partir de las células cancerígenas extraídas de los ojos de los pacientes de retinoblastoma cuyos ojos habían sido enucleados tras el fracaso de los tratamientos vigentes.

Este proyecto les llevó a conocer mejor la biología de este tumor y a plantearse la utilización terapéutica de un virus modificado genéticamente, desarrollado por la compañía biotecnológica barcelonesa VCN Biosciences para el tratamiento de ciertos tumores de la edad adulta. Este trabajo, que está en pleno proceso de ensayo clínico en niños, ha sido publicado en la portada de la prestigiosa revista Science Translational Medicine, en la edición de enero de 2019, y llevó a Guillem a obtener el reconocimiento internacional como investigador en formación de este grupo. 

“Ver los resultados en vivo y en directo a través de un microscopio es muy emocionante”, afirma cuando se le pregunta por lo que se siente. “Es bonito ver que algo que creas desde cero -porque se trata de modelos únicos generados de cada niño- funciona, y encima terminas cerrando el circuito porque surge un nuevo tratamiento que vuelve de nuevo al paciente para ayudarle. Es muy estimulante. ¡Sin duda para mí esta es la manera en la que hay que investigar, no hay otra!”. 

Aunque el premio reconoce un trabajo en concreto, el del retinoblastoma, para mí es un reconocimiento al modo en el que investigamos en nuestro laboratorio.

Añade que el premio Odile Schweisguth, “aunque reconoce un trabajo en concreto, el del retinoblastoma, para mí es un reconocimiento general al modo en el que investigamos en nuestro laboratorio”. La relación con el paciente es tan cercana que, como bien nos explica, en el laboratorio aunque pongan nomenclaturas anonimizadas a cada uno de los modelos que desarrollan, saben de qué niño proviene, e incluso les ponen rostros. De hecho, los investigadores del laboratorio acuden semanalmente al tumor board (comité de tumores) junto al equipo clínico, donde se habla de cada caso, y allí conocen bien cuál ha sido la trayectoria de cada paciente, qué es lo que le ha funcionado y qué no. En palabras de Guillem, “es importante saber toda la trayectoria de cada niño para poder dar una respuesta lo más rápida posible cuando llevamos sus células cancerígenas al laboratorio y tratamos de ver cómo responden a los distintos tratamientos”.

Es impresionante todo este movimiento de chocolatadas, carreras y conciertos solidarios. Te aportan la seguridad de que el trabajo no se parará por falta de recursos, y eso los investigadores lo valoramos especialmente.

La generosidad de tantas personas y, especialmente, de tantas familias que apoyan la investigación oncológica con sus donaciones, no deja de emocionarle. “Es impresionante todo este movimiento de chocolatadas, carreras y conciertos solidarios. Realmente te aportan la seguridad de que el trabajo no se parará por falta de recursos, y eso es algo que los investigadores valoramos especialmente. ¡Es como estar en una burbuja gracias a tanta solidaridad!”. También hace una profunda reflexión sobre la generosidad de las familias que donan las células de sus hijos para investigar, a pesar de que hayan fallecido. “Es tan importante seguir contando con esta generosidad y más si cabe. Para muchos padres quizás es un consuelo saber que tal vez las células que truncaron la vida de sus hijos puedan ayudar a otros niños con la misma enfermedad en un futuro”.

Se describe a sí mismo como una persona que se hace pocas preguntas en su día a día, “soy un hombre muy simple”, dice sonriendo, pero es que realmente reserva sus cuestiones para el laboratorio. “Lo que me gustaría saber es por qué, por ejemplo en el sarcoma de Ewing, los pacientes con la misma enfermedad responden de manera tan distinta a un mismo tratamiento. O por qué, en el caso de los tumores pediátricos, la inmunoterapia parece que no funciona tan bien, en el amplio espectro de estos tumores, como lo hace en el mundo de los tumores de adultos.”

Guillem tiene aún toda una carrera por delante para responder a estas y otras tantas preguntas. En este momento está tomando la decisión de a cuál de los dos grupos estadounidenses punteros que le han aceptado irá a hacer su investigación post doctoral. Allí estará unos años para formarse aún más y, según nos confiesa, le encantaría volver al Hospital Sant Joan de Déu. Sueña con tener algún día su propio grupo de investigación y hacer lo que más le gusta: “generar terapias innovadoras para los diversos tumores pediátricos”. Y es que Guillem sabe desde muy joven que “la investigación realmente ayuda a muchas familias que lo están pasando muy mal”.