El estilo de crianza y un modelo de disciplina positiva en la escuela y en la familia son clave para el bienestar emocional de los adolescentes

El informe Faros de la Escola de Salut Sant Joan de Déu destaca que, a pesar de que la generación actual de niños y jóvenes es la que cuenta con mejores recursos educativos y de salud, también es la que ha expresado mayor malestar emocional y sensación de soledad.
Según datos del último Barómetro Juventud, Salud y Bienestar de Cataluña, 6 de cada 10 adolescentes presentan, con más o menos frecuencia, algún tipo de síntoma de malestar emocional. En este contexto, la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona ha presentado el último informe Faros, que da a conocer estrategias en el entorno familiar y educativo para promover el bienestar emocional en niños y adolescentes, y fomentar su resiliencia o capacidad para afrontar las adversidades.
El informe pretende contribuir a frenar esta tendencia y dar respuesta a una necesidad: “Actualmente, se promueven muchas iniciativas y circulan numerosos mensajes sobre cómo trabajar el bienestar emocional que, a menudo, no tienen ninguna evidencia científica. Este trabajo intenta arrojar luz, dando a conocer las estrategias que sí son válidas y funcionan, para que las familias y docentes puedan ponerlas en práctica con sus hijos o alumnos”, explica Ester Camprodon, adjunta a la Dirección Médica de Sant Joan de Déu y directora de Henka, programa del Hospital y de la Z Zurich Foundation que promueve el bienestar emocional entre los adolescentes.
El informe, que lleva por título “Navegando las adversidades: claves para una infancia y adolescencia resiliente”, revela que el estilo de parentalidad o crianza y un modelo educativo de disciplina positiva juegan un papel clave en el bienestar emocional de los niños y niñas y repercuten en la construcción de sus redes neuronales. Estas conexiones neuronales generadas durante la infancia condicionarán su personalidad, sus comportamientos y sus pensamientos futuros.
El trabajo de Sant Joan de Déu se hace eco de un estudio reciente de gran relevancia llevado a cabo por el Institut d’Investigacions Mèdiques de l’Hospital del Mar de Barcelona (IMIM), junto con el Hospital de Clínicas de Porto Alegre de Brasil y el Hospital Clínic de Barcelona, que pone de manifiesto la influencia decisiva que tiene el cuidado de las emociones durante la infancia sobre la salud mental en la edad adulta. A partir del análisis de 93.000 casos, se ha constatado que haber sufrido traumas psicológicos durante la infancia triplica el riesgo de padecer un trastorno mental grave en la edad adulta. Uno de los datos más relevantes de este estudio es que se catalogan como trauma no solo las catástrofes, las muertes violentas, el maltrato, el acoso o el abuso familiar, físico y sexual, sino también el abuso y la negligencia emocional.
Por eso, los autores del informe Faros consideran clave promover el bienestar emocional durante el periodo de la infancia. Hacerlo ayuda a que estos niños y niñas crezcan con autoestima y autoconfianza, sean capaces de establecer relaciones sanas con su entorno y de afrontar y superar las dificultades y adversidades de manera saludable. Los niños más resilientes presentan menos síntomas de ansiedad, depresión, problemas de conducta y un mejor rendimiento académico a largo plazo. Pueden regular mejor las emociones, utilizar estrategias de afrontamiento adaptativas, resolver problemas y buscar apoyo social en momentos de dificultad. Los niños resilientes tienen más probabilidades de convertirse en adultos con mecanismos de afrontamiento más sólidos, una autoimagen favorable y mayor capacidad de adaptarse a las transiciones vitales.
La resiliencia se puede concebir tanto como un elemento protector en el presente como una base para el futuro. Además, subrayan que la clave para el desarrollo saludable de la infancia y la adolescencia es garantizar un entorno que promueva el bienestar emocional de manera transversal. Más allá de poner énfasis en los resultados académicos o en modelos de felicidad basados en el consumo, proponen fomentar vínculos sólidos y espacios de apoyo real, tanto en la familia como en la escuela y en la comunidad. De este modo, los niños y adolescentes pueden crecer con más herramientas para afrontar las dificultades cotidianas.
Modelo de parentalidad o crianza
Un modelo de parentalidad autoritario, basado en el control excesivo y la falta de participación del menor, puede generar baja autoestima, sumisión y estrés crónico en el niño, con consecuencias en su desarrollo y aprendizaje. Por otro lado, un estilo permisivo o negligente, sin límites ni supervisión, puede provocar inseguridad, baja tolerancia a la frustración y falta de autonomía, mientras que la sobreprotección limita su capacidad para afrontar retos y gestionar las adversidades. Por ello, los autores del informe Faros recomiendan una parentalidad democrática, que combine afecto y límites, promueva la comunicación y la participación de los niños, y favorezca su desarrollo emocional y autonomía. Además, destacan la importancia de que los adultos cuiden su propio bienestar emocional para contribuir positivamente al de sus hijos.
Disciplina positiva en el aula
Educar con disciplina positiva favorece el bienestar emocional de los niños y puede aplicarse con éxito en el aula. Este modelo de crianza y enseñanza promueve el reconocimiento de las emociones, la valoración del esfuerzo por encima del resultado y el aprendizaje de habilidades sociales desde el respeto y la cooperación, estableciendo límites firmes pero respetuosos. Para implementarlo adecuadamente, los docentes necesitan formación específica que les proporcione herramientas para aplicarlo de manera coherente. La disciplina positiva se refleja en todos los ámbitos de la vida escolar y busca crear un entorno basado en el respeto mutuo, la empatía y la responsabilidad compartida. Un ejemplo destacado son las reuniones de clase, espacios de diálogo y participación que fomentan la cohesión, la expresión emocional y la corresponsabilidad de los alumnos en la convivencia del grupo.
Otras acciones en la comunidad
Los autores del informe subrayan que, más allá del modelo de crianza y la disciplina, es necesario cuidar el entorno en el que crecen los niños y jóvenes. En España, los niños y jóvenes son la generación con mejores posibilidades de educación y salud, y, pese a ello, son quienes expresan mayor malestar emocional y sensación de soledad. Por ello, proponen revisar las políticas de salud, educación y servicios sociales, así como rediseñar las ciudades para favorecer el bienestar. Recomiendan promover hábitos saludables en higiene, alimentación, actividad física, salud emocional y uso digital, y fomentar la colaboración entre el sistema sanitario, los centros educativos y los espacios sociales y culturales. Destacan el papel clave de la enfermera escolar y comunitaria y de los técnicos de salud pública en la detección y prevención de problemas y en el seguimiento de los niños. También defienden el apoyo económico y social a la diversidad familiar y la lucha contra la pobreza como medidas esenciales para la salud pública.
Un entorno más saludable
Diversos estudios demuestran que la falta de contacto con la naturaleza tiene efectos negativos en el bienestar emocional, mientras que la interacción con entornos naturales aporta beneficios físicos, emocionales y sociales. Por ello, se destaca la importancia de que las ciudades incorporen espacios verdes que reduzcan la contaminación y la temperatura, y que promuevan la actividad física y la cohesión social. Además, se considera esencial reducir los factores de estrés que afectan a las familias —como las dificultades económicas, laborales, de salud, de vivienda o la discriminación— para que puedan ofrecer un entorno equilibrado a los niños. En esta línea, proponen crear espacios de autocuidado y expresión emocional para las personas adultas.
El proyecto Henka
Este informe se enmarca dentro del proyecto Henka, una iniciativa estatal impulsada por el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona y la Z Zurich Foundation, que tiene como objetivo promover el bienestar emocional de adolescentes, jóvenes y su entorno desde el rigor del conocimiento científico. El programa apuesta por una mirada global y positiva de la adolescencia y ofrece recursos para fortalecer la resiliencia individual, familiar y escolar-comunitaria a través de formación acreditada para profesionales en los centros educativos de secundaria, charlas a familias y acciones de sensibilización.
Desde su puesta en marcha, en el curso 2023-2024, Henka ha llegado a más de 20.000 alumnos de 140 centros educativos de Cataluña, Madrid y Valencia con la formación de 1.200 docentes. Los primeros resultados revelan que el 97% de los docentes participantes considera útil el programa y lo recomendarían.