
Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, se ha visto en diferentes estudios que la enfermedad afecta de manera diferente a población pediátrica y adulta.
El número de niños afectados parece ser muy inferior al de adultos, a pesar de ser un grupo de riesgo para infecciones respiratorias graves, y cuando se infectan suelen padecer una forma más leve de enfermedad. Unimos esfuerzos para responder las preguntas clave.
¿Los niños se infectan por la COVID-19?
Para responder a esta pregunta son necesarios estudios con un gran número de pacientes y donde las muestras se recojan de manera armónica y estandarizada para poderlas comparar y extraer resultados fiables.
Con este objetivo, hemos realizado un ambicioso estudio de adultos y niños que conviven en un mismo domicilio familiar donde ha habido un caso de COVID-19. A través de pruebas serológicas, donde se ha tomado una muestra de sangre para mirar si hay anticuerpos contra el coronavirus, saber si se han infectado más los niños y niñas o los adultos en un domicilio en el que ha habido un caso de COVID-19. Utilizando la técnica de PCR con muestras de la parte posterior de la nariz y la garganta (también llamado frotis nasofaríngeo) se detecta si todavía se tiene el virus o si ya se ha eliminado.
Además, también se ha realizado un gran estudio de seroprevalencia con unos 2.000 niños/as y adolescentes para saber cuál es el nivel de inmunidad que han desarrollado respecto a la COVID-19 teniendo en cuenta su grado de afectación y estudiar posibles factores protectores que nos puedan explicar las diferencias entre niños y adultos.
Hay varios factores que pueden contribuir a que la COVID-19 sea más leve en niños y niñas, algo que se ha investigado en varios estudios.
Por un lado, las niñas y niños tienen microbios que habitan la parte posterior de la nariz y la garganta (la nasofaringe) diferentes a los de los adultos. Durante los primeros años de vida, estos microbios son muy numerosos y diversos, y eso podría haber actuado como factor protector para la enfermedad al dificultar la entrada o replicación del coronavirus. Por otra parte, se sabía que la enzima convertidora de la angiotensina 2 (abreviado como ACE2), una molécula que participa en el funcionamiento correcto de los pulmones, es el receptor preferido por el coronavirus, es decir, es la pieza donde se “pega” el coronavirus cuando quiere infectar una célula.
Lo que no quedaba claro era la diferencia en los niveles y la función de ACE2 en niños y adultos pero, por su papel fundamental como puerta de entrada del coronavirus en la célula, se consideró que podían desempeñar un papel clave en la protección de los niños frente a la COVID-19. Estudiando los microbios y el ACE2 en niños y adultos afectados o no por la COVID-19 y con diferentes grados de afectación, se trabajó para dar respuesta a estas preguntas.
Finalmente, la inmunidad también podía ser un factor protector en los niños y niñas. Se creía que su inmunidad innata (la defensa de primera línea) podría ser superior a la de los adultos y permitiría controlar mejor la fase inicial de la enfermedad. Asimismo, la inmunidad adaptativa (la defensa más específica y que, en los adultos, puede llevar a una inflamación exagerada) hipotéticamente podía ser menor. Estudiando la respuesta inmunitaria en niños y adultos afectados o no por la COVID-19 y con diferentes grados de afectación, se pudo entender el papel que desempeñaba el sistema inmunitario de niños y adultos frente a la evolución de la enfermedad.
Resultados de la investigación (actualizado 8 de junio de 2020)
El equipo de investigación de la plataforma Kids Corona visitó 411 domicilios familiares en los que se identificó un progenitor diagnosticado de COVID-19 por PCR.
Los resultados preliminares de las pruebas serológicas, en las que se tomó una muestra de sangre para mirar si había anticuerpos contra el coronavirus, probaron que un 17,5 % de los 724 niños y niñas que había convivido con un padre o madre enfermo/a de COVID-19 también había contraído el virus.
Éste es un porcentaje muy parecido al observado en los adultos que han convivido con la persona infectada (18,9 %), de manera que se concluyó que los niños y niñas se infectan de forma similar a los adultos que entran en contacto con un caso de COVID-19.
Sin embargo, de los niños y niñas con la COVID-19, más de la mitad no presentaron síntomas y el resto presentaron síntomas muy leves, principalmente fiebre, excepto una niña que requirió ingreso hospitalario.
Por lo tanto, aunque los niños y niñas se infectan igual de la COVID-19 que los adultos, la enfermedad se manifiesta de forma mucho más leve en niños y niñas que en adultos.
Estudio sobre la COVID-19 en hogares

La información que se ha obtenido ha sido esencial para seguir avanzando en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la COVID-19. Entender cómo la COVID-19 afecta a los niños y niñas, ha sido de gran utilidad para intentar reducir la transmisión o la severidad de la infección de forma global.
Más información, en lenguaje científico, sobre los estudios concretos que están dando respuesta a estas preguntas
The overall aim of this study is to determine the implications of the nasopharyngeal microbiota and the ACE2 receptor in COVID-19 onset and severity in children and adults.
The main objective of this project is to assess if children exposed to SARS-CoV-2 in the home environment are less susceptible than adults to COVID-19.