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"El 70% de los problemas del sueño en niños y adolescentes se pueden solucionar con buenos hábitos y rutinas"

Òscar Sans, coordinador del informe FAROS

Òscar Sans, jefe de la Unidad de Trastornos del Sueño de Sant Joan de Déu, nos ofrece una reflexión sobre las causas de los trastornos del sueño, los síntomas y los posibles tratamientos, que a menudo implican aprender hábitos saludables para las 24 horas del día.

El informe FAROS de este año, elaborado por la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, aborda los problemas y trastornos del sueño en niños y adolescentes. Junto con la nutrición, el ejercicio físico y la salud emocional, el sueño es uno de los grandes pilares del bienestar personal. Así, cuando se dan alteraciones en el ciclo normal del descanso y no se tratan, sea con un cambio de rutinas o con un tratamiento profesional, la salud de los niños y niñas se puede ver afectada.

Òscar Sans, neurofisiólogo clínico, jefe de la Unidad de Trastornos del Sueño del Hospital y coordinador del informe, explica cuáles son las bases de una buena higiene del sueño y nos ofrece consejos para poder descansar bien. Así, también detalla qué síntomas pueden hacer saltar las alarmas de las familias y como tienen que proceder en consecuencia. La carencia de sueño tiene efectos importantes en la salud física y mental de los niños y de los adolescentes.

¿Qué entendemos por sueño bueno o normal?

Ya podemos plegar [ríe]. Todavía no lo tenemos claro, pero entendemos que para tener una buena higiene del sueño es importante que sea bueno en cantidad, que se respeten las horas, y en calidad, que sea lo más continuado posible y que nos permita estar descansados para funcionar con normalidad el día siguiente.

¿De cuántas horas de sueño estaríamos hablando?

Esto varía con la edad. Los lactantes duermen mucho a lo largo de todo el día. En la edad preescolar, hasta los cuatro o cinco años, unas 11-12 horas contando las siestas, que son muy importantes. Cuando los niños van a la escuela, necesitan 10 horas de sueño ya sin siestas, y durante la preadolescencia y la adolescencia todavía hablamos de unas 9 o 10 horas de sueño al día. No es hasta que llegamos a la edad adulta, que podemos pasar el día con 7 o 8 horas de descanso.

¿Qué nos puede indicar que un niño o adolescente no tiene una buena higiene del sueño?

Nos podemos fijar en si el niño se despierta muchas veces por la noche. Tres o más despertares, sobre todo si son largos, nos tienen que hacer pensar que puede haber algún problema y lo tenemos que consultar con un profesional. El ronquido habitual, es decir, que se da tres o más noches por semana durante al menos tres semanas seguidas, puede indicar que el niño hace apneas del sueño. Y sobre todo tenemos que estar atentos al estado de ánimo que tiene durante el día. Mal humor, cansancio, pérdida de energía o la necesidad de continuar haciendo siesta ya en etapa escolar indica que las horas de sueño no son suficientes o que su calidad no lo suficientemente buena.

¿Cuáles pueden ser las causas de un problema o trastorno del sueño?

Una gran parte de las consultas de pediatría en la atención primaria tienen que ver con temas de sueño y diría que un 70% de estos problemas están relacionados con hábitos que no están bien implementados. En el caso de niños neurotípicos (sin ningún problema del neurodesarrollo), recomendamos hacer un cambio de rutina aplicado las 24 horas del día. Así, quizás no podemos solucionar del todo el problema, pero sí mejorar su situación. Hay casos más graves, como podría ser un problema del neurodesarrollo, apneas u otros trastornos que pueden tener un origen genético y que requieren otro tipo de seguimiento.

¿Los hábitos y las rutinas de sueño de madres y padres influyen en el desarrollo de los hijos?

Sí, y cada vez más. Especialmente con el uso de aparatos electrónicos, hay un problema de ejemplo. No puedes decir al hijo que no use el móvil cuando tú lo utilizas en la mesa o mirando la televisión. Das un mensaje contradictorio. Y lo mismo pasa con las tendencias diarias. No se trata de ir a dormir y levantarse a la misma hora, sino de acompañar estos hábitos con hacer actividad por la mañana con luz solar, controlar el uso del móvil o no hacer deporte dos horas antes de ir a dormir.

Precisamente, hablando de las rutinas familiares, uno de los capítulos del informe FAROS habla del sueño durante el embarazo.

Fisiológicamente, el sueño empeora durante el embarazo. Lo que presentamos en el informe son consejos para saber qué cosas se pueden evitar. Por ejemplo, es muy habitual en embarazadas tener el hierro bajo y esto se asocia con el síndrome de las piernas inquietas, una afectación neurológica que provoca malestar en las piernas y dificultad para iniciar o para mantener el sueño. Cuando esto pasa, el sueño es de mala calidad y de alguna manera afecta la gestación. Desde que el cerebro del feto se desarrolla, dentro del vientre de la madre, ya se registra sueño REM y no REM. Es importante tratar estas cuestiones para evitar problemas. No hay que esperar hasta que la queja es demasiado grande para explicarlo a un profesional.

¿Cómo afectan las rutinas escolares en el descanso?

En este campo tenemos más problemas con los adolescentes, ya que tienen tendencia a ser más nocturnos. Con el aumento del consumo de móviles y tabletas, la hora de dormirse muchas veces se atrasa. Pueden estar en la habitación desde las diez, pero no dormirse hasta dos o tres horas más tarde. Si tienen que llegar al instituto a las ocho de la mañana, es probable que incluso se levanten a las seis durmiendo muchas menos horas de las indicadas.

¿Se puede hacer alguna cosa para cambiar esta situación?

Para empezar, se tienen que cambiar estos hábitos de manera personal. Pero en cuanto a medidas administrativas, hay estudios que demuestran que empezar las clases una hora más tarde ha mejorado el rendimiento escolar y el estado anímico de los adolescentes. Dormir más y mejor los hace estar más tranquilos y menos irritables. En este sentido, también es recomendable empezar la jornada escolar con actividad física. El estímulo de la luz del sol activa la serotonina.

También ponemos sobre la mesa los efectos negativos de la jornada compactada. Comer tarde quiere decir que harán deporte más tarde, cenarán más tarde e irán a dormir más tarde. También está demostrado que evitar hacer exámenes el lunes mejora los resultados del alumnado. Después del fin de semana, que a menudo implica un cambio de rutina, los niños empiezan la semana privados de sueño.

Si un trastorno o problema no se trata ¿qué puede pasar?

El 50% de los niños sin ninguno otro tipo de patología acaban mejorando de manera espontánea de su problema de sueño, salvo que sea un problema de ronquidos o de apneas. Esto no quiere decir que su salud no se resienta causando otros problemas o que en diferentes etapas de su vida no tengan problemas puntuales de sueño. Con los niños que tienen un trastorno del neurodesarrollo vemos que solo un 8% de ellos mejorará de manera espontánea.

Donde yo creo que quizás el problema es más grande es con estos adolescentes que empiezan a invertir el horario de sueño: duermen más de día, están despiertos por la noche, ya no salen tanto a la calle, consumen muchas pantallas e interactúan a través de ellas. Esto hace que empiecen a no ir a clase y se dé el absentismo y el fracaso escolar.

¿Damos suficiente importancia a descansar?

Si te digo que cada día me alimento de comida rápida, me alertarás de los problemas de salud que esto comporta. En cambio, si te digo que solo duermo cinco horas en el día, es posible que mucha gente me mire con admiración porque, aunque descanso poco, funciono bien. Se ningunea un poco el sueño y es por eso que hacemos este informe FAROS, para poder identificar problemas y alertar de las patologías que se pueden derivar de ellos.

Somos un hospital terciario referente de neurología y tratamos pacientes pediátricos con enfermedades raras, trastorno del aspecto autista, trastornos del neurodesarrollo, con enfermedades genéticas... y más de un 80% de ellos tienen problemas de sueño.

¿Hay relación entre estas patologías y los problemas de sueño?

Absolutamente. Muchas veces las familias pueden perder la perspectiva; entienden que el sueño está alterado, pero lo que más les preocupa es encontrar un diagnóstico para la enfermedad rara de su hijo o hija. La recomendación que les hacemos desde el Hospital es que, por poca importancia que pueda tener, expliquen a los profesionales los problemas de descanso que tienen estos niños y adolescentes. No por tener una enfermedad rara, genética o trastorno se tienen que conformar a dormir mal.

Al final del informe se presenta un decálogo de buenos hábitos para tener una buena higiene del sueño. ¿Qué destacarías?

El decálogo se resume por un elemento clave que ya hemos ido repitiendo: buenas rutinas y hábitos de sueño de 24 horas. Exponerse a la luz por la noche, practicar ejercicio físico tarde o hacer el resopón a las diez de la noche son algunas acciones que le dicen a nuestro cerebro que no es hora de ir a dormir y, por lo tanto, el sistema actúa según la información que tiene. El fin de semana recomendamos no cambiar más de dos horas el horario normal. En cuanto a cosas prácticas, es importante que la habitación no sea ni muy fría ni muy caliente y también que no tenga demasiada contaminación lumínica o acústica.

Una o dos horas antes de ir a dormir, hacer desconexión digital, cenar ligero, no beber demasiado líquido... Son acciones que parecen poca cosa, pero que definen cuál será la calidad del descanso. Es una recomendación genérica, que se aplica a niños, adolescentes y adultos para reflexionar sobre la importancia del sueño.